Capítulo XV_2. "Argentina Mutante 2034".

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La llegada de las selecciones se sucedió de manera esporádica faltando un par de semanas para la fecha de inicio pactada. Se sentían los primeros calorcitos del verano reducido de esta era. En el pasado era de tres meses pero se había comprimido al lapso entre el 18 de enero y 14 de febrero. Un “veranillo”.


Los primeros en arribar fueron los brasileros. Como novedad poseían un orangután que cumplía el rol de arquero. Una semana más tarde los judíos. El plantel lo conformaban solo mutantes judíos circuncisos.


Último llegó Uruguay. Se habían retrasado por intentar hacer el trayecto más corto y al pasar por la ciudad de Maradonchú (ex Gualeguaychú), los mutantes de dicha ciudad, como un acto reflejo ancestral, los habían corrido a pedradas. Apenas salvaron el pellejo. Entre los no-humanos que conformaban el plantel celeste había cuatro negros.


La expectativa y tensión eran extremas. No se hablaba de otra cosa que del mundial. Debutaríamos contra Brasil. Hordas de mutantes fanáticos durmieron durante días en las afueras del estadio, aguardado el momento de apertura de las puertas del estadio.



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Como en todo buen evento deportivo, se realizó una ceremonia de apertura. Consistió en una ronda de decapitación de criminales en el centro de la cancha. Pettinato era ovacionado por la multitud desde su palco, cual emperador romano en Coliseo. Sin duda, era un golpe político que lo ungía como caudillo adorado.


Con el plantel observábamos todo desde el vestuario. Debo reconocer que estaba nervioso. Me preocupaba qué pasaría si perdíamos. ¿Cómo contener esa masa de mutantes desilusionados? ¿Cómo respondería Rabito, perro cagón, ante los gritos de la multitud?


Miré a los ojos al peludito can y lo abracé con todas mis fuerzas. Los demás mutantes albicelestes debieron creer que era una especie de cábala, ya que se unieron en un fraternal abrazo.


_¡Vamo a ganá! –dijo el “Manco”-.
_¡Guau! –respondió Rabito-.


Todos respondieron con arengas y gritaron obscenidades. Eran espantosos jugadores de fútbol, pero de buen corazón. Comprendí que como capitán era mi deber decir algunas palabras:


_Estos meses que hemos practicado juntos, fueron difíciles. Pero con el arduo entrenamiento y sacrificio hemos mejorado. ¡¡¡Nos costó un huevo llegar hasta acá!!! ¡¡Si hasta hace poco nadie podía tocar una pelota!! Pero ahora eso es pasado. ¡¡El presente reclama que debemos dominar la globa y defender el honor de nuestro país y de nuestro Dios!! No seremos los mejores, pero tenemos el corazón lleno. ¡¡Tenemos el corazón lleno de amor por Maradona!!
¡¡Así que salgamos a la cancha a comernos crudos a esos brasileros putos!! ¡¡En Maradona confiamos, carajo!!


_¡¡EN MARADONA CONFIAMOS!! –repitieron todos abrazados, con una mezcla de lagrimas y sangre en los ojos-.



3
El ingreso a la cancha fue de lo más emocionante que viví en mi vida. Ni cuando asesiné a mi prima o envolví a Eva con los intestinos se me erizó tanto la piel. El estadio repleto a reventar, los papelitos picados y los cánticos de “soy albi-mutante” y “ar-gen-tina (mutante)” que bajaban de la popular.


El partido fue muy jodido desde el comienzo, como me había imaginado. Los brasileros de mierda dominaban el arte del buen fútbol. Si no fuera por Rabito que le arranco el talón de Aquiles a un par, el juez comprado y mis atajadas atómicas, sin duda nos habrían cagado a goles.


En medio de la silbatina general y la puteada de medio estadio, cerca del final del partido el juez cobro un foul cerca del área rival. El “Oscuro” había aprendido bien el arte de tirarse en medio de una jugada entreverada.


Con los nervios a flor de piel, recorrí ochenta metros hasta la ubicación indicada por el juez. El silencio y estupor dominó la situación. Coloqué la pelota con el pincho apuntando hacia el ángulo derecho del arco y di cinco pasos atrás. Tomé aire y emprendí la carrera.


La pelota se elevó justo por sobre la barrera y por el efecto comenzó a caer. El orangután no pudo hacer nada a pesar de estar colgado del travesaño.


Tomé aire y grité:
_¡¡¡¡GOOOOOLLLL!!!! ¡¡La reputa madre que los parió!!


A mi grito ronco se sumó el del público. Casi se cae el estadio al festejar el golazo. La colgué del ángulo. ¡¡Mi segundo gol había sido en un Mundial!


El resto del partido lo jugamos con 10, porque Rabito desapareció en el festejo del gol. Al terminar el partido, me indicaron que el perro había salido como un rayo hacia el vestuario. ¡¡Perro cagón!!


En otro orden de noticias, en el partido de primera hora, los judíos mutantes le ganaron a Uruguay por 2 a 1. Por supuesto que el partido terminó bochornosamente a las trompadas, ya que como todos saben, a los uruguayos les encanta concluir los partidos a las piñas.



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Los días previos al partido contra Uruguay, la pasamos como estrellas de rock. Las hembras mutantes nos perseguían e intentaban ingresar a la concertación para ofrendar sus inmundos y olorosos cuerpos. Algunos integrantes del plantel se dieron la gran vida y hasta coleccionaron bombachas. Yo no. La verdad que de tanto garchar he perdido las ganas.


Para este partido la expectativa era aún mayor. Cientos de mutantes murieron al intentar ingresar al estadio. Algunos vendían a sus hijos para conseguir un lugar. Se descubrieron túneles horadados por bajo la tribuna por fanáticos extremistas.


La presión era mayúscula, ya que debíamos ganar para no perder pie. A primer hora, los judíos de mierda le habían ganado a los brasileros de mierda. ¡Una cagada!


Luego de la arenga ingresamos a la cancha. Otra explosión de júbilo. Teníamos a la hinchada en el bolsillo y Pettinato aseguraba su popularidad.


El comienzo fue áspero y premonitorio de su finalización. A los diez minutos de juego, un tarascón de Rabito en la pierna buena del delantero Charrúa-mutante, dio inicio a una gran trifulca. Una enrome batahola incontenible, que se contagió a las tribunas. El partido se suspendió por falta de garantías y se dio por empatado.


Los uruguayos fueron evacuados del país, por temor a que los mutantes fanáticos los lincharan. Pettinato era inteligente en evacuarlos con seguridad, ya que no quería ponerse en contra a los uruguayos. Los brasileros también retornaron a su país, ya que no tenían más partidos por disputar y estaban eliminados. Por suerte para ellos se salvaron de jugar contra Uruguay, ya que como todos saben los brasileros se cagan con Uruguay.


Solo nos quedaba el partido versus Israel del Sur.



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El plan había salido a pedir de boca. Si perdíamos, el odio contra Israel del Sur sería incontenible. Si ganábamos, la popularidad de Pettinato y el patriotismo reinante podría ser manejado para comenzar la guerra.


Ustedes se preguntarán qué gano yo con todo esto de la guerra por el agua. ¿Todavía no se dieron cuenta que odio a los judíos? Los odio porque uno estafó a mi padre postizo. Pero se los cuento en la próxima. Ahora al partido.


Lamentablemente para la final no contaríamos con Rabito, suspendido por iniciar la trifulca contra Uruguay. Jugaríamos con uno de menos.


Era sorprendente cómo jugaba el team “pijamocha” como les gustaba ser nombrados. Pero más sorprendente aún era entender cómo lograban dominar la pelota con esas barbas largas y sombreros enormes. Los muy hijos de puta se mandaron una flor de jugada y me fue imposible defenderla.


Gol. Gol de Israel.


La tribuna no podía contener el nerviosismo. Los cánticos eran deliciosamente antisemitas: se podía escuchar “Judío sos cagón”, “Andá a jugar en Palestina” y “Si son tan machos construyan otro templo de Salomón”. En la barra brava quemaron varios volúmenes de la Torá Mutante.


Por suerte el primer tiempo culminó así. De la popular bajaba el característico olor a porro y chorizo. ¡¡Cómo me fumaría un porrito ahora!! –pensé-. Y ahí lo recordé: El Negro, un gran amigo de mi pasado en Gualeguaychú, cada vez que se fumaba un porro jugaba mucho mejor. Así que conseguí porro y me puse a fumar con los muchachos.


_Loco, jueguen sueltitos –les dije-.
_Uuh, loco, qué ganas de comer –dijeron un par-.
_Si juegan bien, les compro alfajores de cerebro de rata –les prometí-.



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El segundo tiempo fue la mejor expresión de fútbol albi-mutante hasta el momento. El porro había surtido un efecto de mejora en las habilidades de nuestros jugadores.


Pero no metíamos un gol ni en el arco iris. El público se impacientaba aunque estaba extasiado con la mejora del team. Hasta que en una maniobra del “Sapo”, luego entreverada por el “Manco” en el área y pifiada por el “Oscuro”, terminó en uno de esos goles de puro culo pero gritados como ninguno.


_GGGOOOOOOOLLLLLL!!!!!


Una de las tribunas se desplomó, pero a nadie pareció importarle. Ni a los ocupantes de la misma tribuna, que seguían festejando aún estando horriblemente mutilados y entreverados entre los que no habían sobrevivido a la caída.


El partido empatado aún consagraba campeones a los judíos. A Pettinato se lo veía feliz en la tribuna. El espectáculo era hipnótico para las masas y si empatábamos el respeto por nuestro país no se perdería, pero el odio por Israel del Sur estallaría. El resultado perfecto.


Todo a pedir de boca, hasta que en la hora un foul sobre el “Sapo” al borde del área me colocó de un empujón en un predicamento. Yo no quería patearlo, pero todos mis compañeros y la tribuna lo pedían. No podía rechazar la responsabilidad. Pero ¿qué hacer?


Si lo pateo al ángulo ganamos. Eso me haría feliz, pero podría complicar mi relación con Pettinato. Si lo tiro afuera, seguro me linchan y tampoco quiero quedar como un cagón. También podría sacarme el peso haciendo un pase a alguno que esté libre.


Ya tomé carrera. Es cuestión de ir hacia la pelota y resolver. Ante mí, la panorámica de la jugada; libres están el “Manco” y el “Sapo”, mientras el “Oscuro” tiene dos rivales arriba que a los empujones le hacen marca personal.






Capítulo XV_1. "Fiebre Mundialista".



1
Era un hecho. Debía reclutar a lo mejor que pateara una pelota en Buenos Goles y alrededores. No era una tarea sencilla. Capitán, arquero, DT y caza talentos. Como amigo muy íntimo de Pettinato, él había confiado en mi persona dicha tarea. Sabía claramente que podía contar conmigo para arreglar resultados a conveniencia.


Descansó en mí esas tareas también porque era lo mejorcito que andaba en la vuelta ya que hacía unos cuantos años que en Argentina nadie jugaba al fútbol. En los demás países mutantes, el deporte se seguía practicando pero no de manera profesional. En realidad, todos los mutantes son adictos al fútbol, pero según evolucionaron sus creencias futbolístico-religiosas, lo practicaban o no.


En Argentina, luego de la muerte física de Maradona, se optó por no practicarlo más. Dios era Maradona y nadie más debía tocar una pelota para no cometer un acto sacrílego. Se decía en las calles, que en algunos lugares alejados se realizaban partidos de fútbol clandestinos donde los adinerados acudían a apostar fuertemente y el equipo perdedor era quemado en una hoguera. Pero nunca se pudo comprobar tal rumor, ni desmentirlo.


En Brasil Mutante, se juega solamente en las arenas de las playas. Claro está, no lo hacen desabrigados porque hasta en las playas de Bahía hoy en día hace fresco. Ellos creen en el Dios del fútbol, reconocen a Maradona como un Mesías pero no como hijo de Dios o Dios mismo, como si hacen los argentinos. Para ellos el Mesías e hijo de Dios es Pelé.


Los uruguayos lo siguen practicando en los pocos potreros que no quedaron terriblemente contaminados por las plantas de celulosa que instalaron a lo largo y ancho del territorio. Creen fervientemente en el Dios futbolero, pero no reconocen a Maradona como Mesías. Tienen uno propio, que algunos creen mitológico. Según rezan las leyendas que se transmiten de padres a hijos, un tal Negro Maracanazo realizó milagros en algún momento de la prehistoria futbolística, pero no han encontrado rastros arqueológicos que puedan demostrar estos hechos.


Lo judíos mutantes son más rígidos. Solo creen en el Dios futbolero y para ellos los demás Mesías son unos ladrones, mentirosos y asesinos. Según sus creencias, son el pueblo futbolero elegido, aunque que se sepa, nunca le ganaron a nadie.



2
Por suerte para Pettinato y para el Status Quo, la fórmula de “pan y circo” funcionaba tan bien para los mutantes como para los humanos puros. La planificación de la idea, el contacto con los demás países mutantes y la presentación del mundial a la masa disconforme, no podría haber sido más oportuna. Unos días más y ni siquiera el muro que se construyó rodeando la Casa Rosada hubiera prevenido el linchamiento de sus ocupantes.


La promesa de un Mundial contra las demás naciones mutantes generó un patriotismo y religiosidad extremo nunca antes visto. Nadie discutió la veracidad de la nota de Maradona conminando a los fieles a pelotear en su nombre, ya que todos explotaban en ganas de patear una globa sin ser ejecutado luego. Estaba en los genes mutantes.


La invitación al Mundial y el asegurarse la concurrencia de los demás países fue bastante sencilla. La misiva enviada por mensajeros a caballo rezaba: “La Argentina Mutante invita a su país al Primer Mundial de Fútbol Mutante a desarrollarse en nuestras tierras en seis meses. Si no concurren confirmarán que son unos miedosos y que nuestro Dios y Mesías es el verdadero.” Las respuestas fueron siempre positivas, enviadas correctamente membreteadas dentro de la cabeza decapitada del mensajero.


Un Mundial de Fútbol era la más brillante treta de un gobierno totalitario para aplacar y/o desviar el descontento popular. Ya lo había realizado el gobierno dictatorial de la Argentina en 1978 y el de Uruguay con el “Mundialito” del año 1980.


A pesar de ser gobiernos terribles, estos hechos demostraron que era mucho más patriota un dictador argentino y uruguayo que uno brasilero, paraguayo o chileno, ya que estos no ganaron ningún campeonato comprado en sus años de gobierno de terror. ¿Toda esa deuda externa y ni un solo campeonatito? Un desperdicio.


Este mundial no solo sería una contienda deportiva, sino que en él se pondría en juego la hombría de las naciones participantes y la creencia en sus dioses. Sería una batalla religiosa a muerte. Los discursos de Pettinato a las masas en las semanas subsiguientes enardecieron los ánimos. El clima estaba preparado. Sería una batalla a muerte.



3
Los preparativos iban viento en popa. Las banderas de Argentina Mutante ondeaban en todas las avenidas de la ciudad. Creo que nunca les comenté como es la bandera: es como la de antes, pero en vez de un sol hay una pelota de la cual salen rayitos amarillos. En uno de los gajos del balón se puede leer: “En Maradona confiamos”.


La mascota de tan magno evento es un mutante con prendas autóctonas y rulos estilo “Pelusa”, dominando una cabeza humana pura con una sonrisa de oreja a oreja. El mundial era el tema preponderante y hasta incidió en la moda mutante. Todos utilizaban el estilo “Pelusa” como corte de cabello.


El Mundial se desarrollaría enteramente en Buenos Goles, en la cancha del extinto River Plate. Por alguna extraña razón, era el único estadio que no había sucumbido a los bombardeos. La suerte al viejo cuadro de la riviera había llegado demasiado tarde.


Se jugaría una rueda todos contra todos, y no habría restricciones de especie. Solo los puros no podían participar. Después si se deseaba, hasta un burro podría integrar “el once”, con la salvedad de poner un elefante de arquero, una jirafa para cabecear centros o una mujer.


Como todo buen futbolero sabe, la mejor época del fútbol fue entre el año 1950 y 1986, así que jugaríamos con varias reglas que caracterizaron ese lapso. Por ejemplo, no habría cambios. Si se lesionaba uno; agua y ajo. No habría tarjetas, pero sí expulsados. La expulsión por “patada de atrás” también se quitó ya que era una mariconada.


Se podían también realizar pases al arquero. Las selecciones debían utilizar camisetas de algodón ceñidas al cuerpo, con los números bordados a mano. Los shorts debían ser cortos y dejar a la vista la musculatura del atleta. Los delanteros debían utilizar las medias caídas, para dar la sensación de “habilidad”.


Otra regla importante fue que los goleros utilizarían pantalón largo. Con esto evitaba que los contrincantes descubrieran mi pierna atómica. Pierna que sería de mucha utilidad.



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El fútbol era uno de mis principales problemas con mis parejas. Nunca comprendí por qué las mujeres rompen las bolas con el fútbol. ¡¡Si ellas se pasan horas viendo novelas!! María siempre decía: “¡¡Si es siempre lo mismo!! Once tarados pateando una pelotita. ¡¡Son unos boludos!!”.


¿Cómo que siempre lo mismo? Las novelas de TV sí que son siempre lo mismo. Que es adoptado, que se muere la madre, el abuelo tiene cáncer en el culo y ocurren un sin fin de desgracias. Así como mi vida pero repetido, aburrido y sin votación, de lunes a viernes en horario central. Se pasaba horas mirando esa mierda. Puedo garantizar que una mujer en su vida ve más horas de novelas, que un hombre de fútbol. Debería haber un estudio sobre eso. Si hay algo bueno de vivir en este futuro medieval, es que no hay tele con novelas. Igualmente las mujeres mutantes acuden en masa a los anfiteatros donde se presentan novelas en vivo, con comerciales de productos para no oler peor y maquillajes que resaltan el sangrado de los ojos.


Por otra parte, a las miles de circunstancias increíbles que pueden suceder en un partido de fútbol, se le suma algo que lo despega de los demás deportes: no siempre gana el mejor. Esto le da una un toque de imperfección, injusticia e imprevisibilidad similares a los sucesos de la vida de cualquier persona, que lo transforma en un reflejo certero del destino de un grupo o nación.


Si uno está atento, puede distinguir la idiosincrasia y hasta los problemas políticos de un país, en la forma de jugar de su selección de fútbol. La defensa representa la burocracia de sus instituciones, el mediocampo las empresas y sector agrario, la delantera al sistema político y el arquero a la justicia.


La aparentemente nimia victoria deportiva para algunos, puede ser tomada por una nación como la muestra de que Dios está de su lado, infundiendo auto-respeto y poder de decisión a sus ciudadanos. ¿¡Se imaginan qué diferentes habrían sido los chilenos con un Mundial ganado! ?


Ahora los habitantes de Argentina Mutante estaban siendo contagiados por el virus del fútbol. Se sentían más patriotas y creyentes que antes. El mundial marcaría un antes y un después tanto en Argentina como en los restantes países. Las tristes y miserables vidas ahora tenían sentido. Había un evento en el futuro próximo que los hacía suspirar de ansias y no solo durar en la vida. Un rayo de sol, de vida y esperanza devolvía en algo el alma a estas bestias mutantes. ¡Qué me diga alguien si una novela puede lograr eso!



5
A todo este relajo, aún mantenía mi trabajo de inseminar esclavas. Pero después de un tiempo, en medio de los preparativos, le recordé a Pettinato que Argentina pura había ganado el mundial de 1986 sin garchar como por tres meses. Así que por el bien del país, me dio una licencia y ahí pude abocarme de lleno a reclutar.


Mi intuición uruguaya me decía que la única forma de ganar era colgándonos todos del travesaño y tirar pelotazos largos, hasta que de culo metiéramos alguna. Luego a aguantar el resultado a patada limpia. No jugaríamos bonito, pero mandan los resultados.


Por ello me centré primeramente en ubicar defensas rudos, luego otros que repartieran patadas en el medio campo y después mutantes que tuvieran precisión en los remates al arco.


Para ello, por cada línea se armó una especie de concurso abierto. Los postulantes llegaban de toda la Argentina mutante. Lo primero que ensayaba era si al amagarles un pelotazo se daban vuelta. Si presentaban ese gesto gay, eran descartados de inmediato


Después de semanas de selección, de prueba y error, pude conformar la plantilla de once. Valía la pena. Mis compañeros eran espantosos, pero podría cumplir mi sueño de ser futbolista. Capaz nos cagaban a goles, pero ¿quién me quitaría lo bailado?



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Luego comenzaron las prácticas que se limitaban a matar a patadas a los contrarios y tirar la pelota lo más lejos posible. A la uruguaya.


El espectáculo realmente era espantoso. Mientras unos corrían sin sentido de la posición otros chocaban de frente. En más de una ocasión tuve que explicar a los defensores que no le quitaran a patadas la pelota a nuestros propios delanteros y que debían evitar los goles solo en nuestro arco. En fin: era más o menos la misma tarea que la de un seleccionador uruguayo.


Después de un tiempo, lo comprendieron. A todo esto, practicaba en mi puesto de golero con la pierna atómica. Mis reflejos se mantenían buenos y la ayuda de la pierna era valiosísima. Con práctica y una buena programación, logré patear todos los tiros libres al ángulo.


El equipo era horrendo pero conformé el esqueleto con cuatro referentes. De defensa central derecho uno que le decían “Manco”. De central izquierdo Rabito. Sí Rabito. Era de los buenos y comía talones de lo lindo. De 5, el “Sapo” y de 9 el “Oscuro”. Por lo menos en cuanto a sobrenombres veníamos bien. Los restantes eran relleno y carne de cañón así que evitaré nombrarlos.


El equipo estaba pronto. Pettinato tenía todo preparado también. Se acercaban las dos semanas de verano y con ello la fecha del mundial. Si no salíamos campeones, debía lograrlo Israel del Sur. Si los judíos mutantes campeonaban los restantes países no lo aceptarían y la guerra estaría asegurada.


Pettinato quería asegurar de todas formas la guerra por el agua con Israel del Sur. Por ello se digitó el fixture para que el último partido lo jugáramos contra ellos y también se conformó un harem de las más hermosas putitas para satisfacer sexualmente a los jueces.





Capítulo XIV. "Buenos Goles".


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Tres polvos por día, cinco días a la semana, sin vacaciones. Catorce meses me llevó completar la ronda con las novecientas y pico de esclavas en edad de procrear. Al principio una espectacular tarea, pero luego se volvió tedioso como estar en la oficina, en un almacén o juntando basura en un carrito. Más aún con una mujer que te espera en casa, rompiéndote las bolas:


_¿Ya no me querés más? ¿Por qué no me violás como cuando recién nos conocimos?
_¡La gran puta, Rebeca! Me paso garchando todo el día y cuando vengo te echo uno. ¡¡Hago mi mejor esfuerzo!!
_Atorrante. Seguro tenés a “una” por ahí. ¡¡Me tenés harta!!
_¡¡No me rompas las bolas, por favor!!
_Mirá. ¡Vos y tu perro de mierda me tienen podrida!
_¿El perro? ¡No te metas con el Rabi!


Defendía a mi perro ciegamente pero sabía que algo andaba mal. Extrañamente el perro no se llevaba nada bien con Magdalena. Aunque era realmente un perro de mierda, por lo general con los niños congeniaba. No así con Magdalena. Un día sábado, luego de una pesada semana laboral y con unas ojeras más grandes de las que tiene un adolescente pajero que descubrió el mundo del porno, comprendí el problema del can.



2
Sucedió cuando Magdalena comenzaba a gatear y balbucear. Me encontraba descansando luego de una terrible semana en la que por alguna extraña coincidencia del destino solo me habían tocado esclavas negras. Las morochas habían agotado todas mis fuerzas y apenas podía levantarme a jugar con mi hija o a ponerme crema cicatrizante en la poronga.


Igualmente en postura de padre abnegado y medio durmiéndome sentado, observaba los deliciosos desastres que cometía mi hija. Se subía a las sillas, tiraba los adornos, etc. Una completa y tierna calamidad.


Pero lo más extraño estaba por ocurrir. Ver un perro volando no es cosa de todos los días. Pero sucedió. Entre dormido y casi pensando que era un sueño, pude ver como Magdalena al recibir una negación de Rabito a recibir sus golpes de niño, por una extraña fuerza que me es imposible explicar, izó al perro en el aire.


A pesar de lo sorprendente de la situación, era bastante jocoso apreciar la cara del can. No es menester de un perro andar volando por ahí. Magdalena reía como bebé de comercial hasta que el perro en su vuelo inaugural terminó de trompa contra la pared, cayendo luego aparatosamente sobre varios cachivaches. A los chillidos del perro se sumaron los llantos de la beba y unos segundos después los improperios de la madre:

_¡Qué hacés animal! No sabés cuidar ni a tu hija. ¡Qué poco hombre que sos!
_¡La gran puta, Rebeca! ¿Por que no te vas a cagar?


No es para menos que el perro gruña en presencia de la niña luego de dicho insuceso. A la madre nunca le conté en detalle lo sucedido. ¿Para qué hacerlo? Ya bastante me rompe las bolas con el tema de mi trabajo. Ya me la veo echándome la culpa porque la niña tiene poderes.


Si no fuera porque creo firmemente que todos los niños deben tener una madre que los guíe, la asesinaría sin pensarlo. Le arrancaría la piel y confeccionaría un almohadón donde sentarme a descansar cómodamente luego de un arduo día de trabajo. Pero no. Mi hija debe tener a su madre sana, a pesar de que sea una bruja insoportable.



3
Por lo anteriormente expuesto, creo que comprenderán mi alegría y apuro por acudir al llamado de Pettinato. Actualmente es el presidente de Argentina. Lo concretó tras varios meses de sitio y asedio a la ciudad de Buenos Goles de Maradona (ex Buenos Aires).


La ciudad se resistió heroicamente pero no pudieron aguantar el desabastecimiento. Luego de una terrible matanza de insurgentes, Pettinato ocupó la Casa Rosada, hoy en día convertida en mansión palaciega.


Así que con una guardia de cincuenta soldados, partí a la gran ciudad. La tarea que me aguardaba no me estimulaba, ya que debía servir a todas las esclavas de Buenos Goles. Pero la idea de alejarme de la bruja de Rebeca aliviaba mi alma.


El camino resultó sin novedades. Solo lo normal. Mucha pobreza e indigencia y algún que otro mutante en la etapa de flotabilidad haciendo más entretenido el horizonte. Eso sí. El frío presente como siempre, en esta era glacial.



4
Buenos Goles es una hermosa ciudad mutante. La arquitectura gótica-mutante está salpicada por edificios antiguos que han sobrevivido a las sucesivas guerras y rebeliones. Las amplias avenidas se mantienen como en las mejores épocas.


Entre lo malo puedo referir que enormes basurales interrumpían el paso en algunas arterias. Los modales de los mutantes capitalinos eran peores que los de los mutantes del interior. Las riñas callejeras son moneda corriente, así también como los arrebatos, los asaltos y los asesinatos. Un descontrol total. Por lo que veía, Buenos Aires no había cambiado absolutamente en nada. Solo su nombre. El desprecio por la vida y la inseguridad se mantenían incólumes, como piedra basal de su arquitectura.


Un vallado protegía la Casa Rosada de la muchedumbre que protestaba a diario en sus puertas. El ingreso fue a base de palos y agresiones a la multitud por parte de la guardia que me acompañaba. Una carnicería. Yo de paso aproveché y reventé a más de uno de un palazo. No era cuestión de desaprovechar violencia gratis.


La pobreza exterior contrastaba con la gran riqueza del palacio presidencial. Sillas de oro, esculturas en cada habitación, arañas de cristal. Entre lo más excéntrico de la estructura edilicia puedo referenciar el casino con cabaret, el salón de striptease con caño y el aguantadero de orgías.


Pettinato vivía a lo grande, como cualquier presidente de la Argentina pensaba que lo merecía. Mi decisión de acceder a su pedido había sido acertada. ¡Me daría la gran vida!



5
Debo reconocer que fui sorprendido con el recibimiento del mandatario. Fue muy efusivo a pesar de que solo trece de las novecientas esclavas habían quedado embarazadas. Solo dos niños nuevos habían nacido y estábamos aguardando los alumbramientos restantes.


También me felicitó por mi trabajo. Trece en novecientos es un porcentaje ínfimo, pero el presidente sabía que era mejor eso que nada. Lo que sí no sabía hasta el momento es de los poderes de Magdalena. Por mi parte no pensaba decirle nada. Yo desconocía si los dos niños nacidos también poseían poderes sobrenaturales.


De todas maneras estaba muy cansado como para preocuparme. En la capital había miles de esclavas y seleccionaron las mejores tres mil para mí. ¡Si, tres mil!


Es increíble como si algo se transforma en rutina, pierde la gracia. En mi futuro inmediato disponía de tres mil hembras para montar y de solo pensarlo quería escapar. ¡Cuánta cremita iba a necesitar! Me envalentoné y se lo dije a Pettinato:

_Mire, Señor. Estoy medio aburrido y desgastado de tanto garchar sin sentido.
_Te entiendo, Mateo. Uno no es una máquina. Tal vez deberíamos hacerlo más laxo. ¿Qué te parece si realizas tu tarea en mis orgías y no te exigimos cumplir la cuota de tres por día?


La idea me pareció brillante. ¡Podría distraerme en las jaranas que armaba el mandatario y no sólo sería un penetrador obnubilado con la meta de tres polvos!


A partir de la puesta en marcha de esa idea, mi vida y relacionamiento con el mandatario mejoraron. El vernos entreverados en todas las orgías engendró una relación cercana, bastante parecida a una amistad.


Eso si: muy amigos pero nada de mariconadas. En las orgías, él por su lado y yo por el mío, y cada cual cuidando su culo.



6
Los días pasaban de orgía en orgía pero mi tristeza aumentaba al no tener a mi hija conmigo. A Rebeca no la extrañaba en nada. Es más, seguía imaginando diferentes formas de matarla. ¡Cuando la niña cumpliera dieciocho, la mataría! Era cuestión de tiempo.


Por otra parte la situación social en Buenos Goles era cada vez peor. Hasta que en un momento se hizo incontenible. Estaba apunto de ocurrir una sublevación total. ¿Los motivos? Los mismos de siempre: diferencias abismales entre unos y otros, atropellos, injusticias, etc.


En este punto de honda preocupación encontré a Pettinato sin participar en una de sus orgías:

_¿Por qué no participa?
_Mateo, estoy muy preocupado.
_¿Qué sucede?
_No sé cómo aplacar este problema social. Se nos está yendo de las manos.
_¡Mate a unos cuantos y ponga las cabezas en unas picas!
_¡Eso ya no resulta, Mateo!
_¿Y cuándo va a atacar a Israel del Sur?
_No podemos. No hay un sentimiento nacionalista en el país como para emprender esa guerra por el agua. No hemos podido generar una conciencia de patria como para reclutar en pos de la argentinidad mutante.
_¿Y por qué no organizamos un mundial de fútbol mutante?


Pettinato quedó atragantado. Abrió sus ojos y grito a la vez que imaginariamente sacaba unas pistolas de sus bolsillos: “¡Bum bum, maracas, muchacho!”.


_¡Es una gran idea! No importando el resultado, distraeremos a la sociedad con “Pan y circo”. Pero hace años que no se juega al fútbol entre los mutantes. Sabes que hay una creencia popular que luego de Maradona no se puede jugar más al fútbol. ¡Sería un sacrilegio y/o blasfemia!
_Lo sé. Pero podría “descubrir” un escrito perdido de Maradona donde dice que para adorarlo hay que jugar al fútbol. Me extraña que siendo el presidente de Argentina, no sepa que se pueden inventar las pruebas y mentir.
_¡Brillante, muchacho! ¡Otra opción sería organizar una especie de Juegos Olímpicos Mutantes o tal vez una especie de coliseo Romano!!
_Sí. Es eso o arrasar con la sublevación.



7
Sé que puedo incidir en la decisión del mandatario. ¿Qué deberíamos hacer? Organizar un mundial mutante, una olimpiada mutante, un coliseo Romano con gladiadores o aplastar la rebelión?





Capítulo XIII. "Revelaciones".

1
En contadas ocasiones había acudido al “despacho” de Pettinato. La mayoría de las veces, mientras era su bufón personal, con la finalidad de hacer gracias mientras él fornicaba en interminables orgías. En una sola oportunidad acudí allí por un motivo diferente; cuando me nombraron uno de los guardianes de esclavos.


Pero esta vez lo intuía diferente. Seguro requería la presencia de los guardianes y cúpula dirigencial por el descubrimiento de los asesinatos. En camino a la reunión, noté como nadie más se nos sumaba. ¿Sería que la reunión ya se estaba realizando? Había retrasado en emprender el camino por demorar al levantarme, ya que había conciliado el sueño en forma profunda.


La sorpresa fue mayúscula al comprobar que tal reunión no existía. Al ingresar se encontraba solamente Pettinato, que al verme alzó levemente la ceja derecha.
_Señor: ¿Usted me necesita por algo en especial? –pregunté al mandatario, sin que respondiera-.


Al mirar hacia atrás verifique que el guardián que me había acompañado ya no se encontraba en la habitación. Los nervios que me provocaba estar cara a cara con un ser tan carismático, me hicieron perder ese detalle.


Pero sólo pasaron unos instantes antes de que el sonido de la puerta centrara mi atención. Cruzaron el umbral dos seres. Uno era nuevamente el guardián y el otro era…



2
Casi se me cae la quijada. ¡No podía ser! ¡Cómo había podido ser tan descuidado! ¡Estaba viva!
Ahora me encontraba cara a cara con ella.


_¿Es ella? –preguntó Pettinato al guardián-.
_¡Así es, señor! –respondió él-.
_¡Bum, bum, maracas! –dijo Pettinato incorporándose y caminando con estilo hacia ella.


_Usted dice saber quién es el asesino. ¿Podría señalarlo? –le preguntó secamente-.


¡¡Me estaba señalando!! ¡¡La gran puta!! ¿Cómo no comprobé fehacientemente que estaba muerta? No era un asesino tan eficiente como había pensado. No me descubrían por una huella o en un capítulo completo de CSI, sino por un testigo directo de mi accionar. ¡¡Qué pedazo de un gil!!


Ahí estaba ella, aún embadurnada en sangre, con su dedo índice inquisidor apuntándome. Estaba en el horno. La esclava violada no había muerto.


Pellizqué mi mano para despertar de la pesadilla. ¿Podría ser como el sueño de la decapitación? Pero nada sucedió. Debía ser más violento. Crucé mis piernas y oprimí vehementemente mi testículo izquierdo. Pero nada. Era la realidad. La cruda realidad.



3
_¿Así que usted asesinó al presidente? –preguntó, luego haciendo una pausa que se hizo eterna- ¡Muy bien! –agregó-.


Yo solo atinaba a pensar cómo escapar de la situación. Seguramente sería desollado vivo en la plaza principal. Eso como mínimo. Tal vez me empalarían, desollarían, hervirían en aceite, ahorcarían y degollarían; en ese orden.


El apóstol de Armadiegón caminaba cavilando por la habitación. Marchaba de manera muy peculiar: daba pasos de ganso, como los militares. Con las manos tomadas por detrás hacía jueguitos nervioso con los dedos. También realizaba movimientos con el labio inferior. ¿Qué estaba pensando?


Luego de varias vueltas abrió un cajón de donde sacó una máscara del “Hombre Pochoclo” y un gran garrote. ¿Me apalearía personalmente ahí nomás?


Pasó a mi lado. Sin que lo notaran, configuré mi pierna atómica en modo “karate”. Si Pettinato osaba esgrimir el garrote en mi contra, no tendría más remedio que emplearla. Luego debería ser veloz para asesinar al guardián. De todas formas, el escape desde esa ubicación hasta el exterior de la ciudad, sonaba imposible.


Mientras, Pettinato continuaba recorriendo la habitación con la máscara y el garrote. Cuán sorprendido me sentí cuando luego de ubicarse detrás de la esclava, le asestó un mortal garrotazo en la cabeza. La esclava se desplomó en el acto. De su cabeza brotaba sangre copiosamente. En unos segundos su cráneo era una isla en un inmenso océano de sangre. ¿Tal vez era yo el siguiente?


_¿Se lo había dicho a alguien más?
_¡Solo a mí, señor! ¡Y yo no le he contado a nadie, tal como usted me ordenó! –respondió el guardia a Pettinato-
_Muy bien. Retire el cadáver de la chica.


El guardián se hincó para tomar las manos de la esclava con la finalidad de arrastrarla. En ese preciso momento Pettinato asestó otro mortal golpe, pero esta vez al guardián. Yo no salía de mi asombro. ¡¡Había asesinado al guardián y a la esclava!!



4
Qué locura. Yo me creía algo desequilibrado, pero esto superaba toda comparación. No podía creer lo que veía. Pettinato, ensimismado, rematando de varios garrotazos a dos manos al guardián. Era obvio que hacía varios golpes que había fallecido. El sonido de la fragmentación de los huesos del cráneo son característicos. Eran los mismos que había percibido cuando asesiné al viejo Volonté, hace ya muchos años.


Pettinato lo disfrutaba. Lo disfrutaba tanto como yo. Podía olerse la empatía en la habitación.


Así de improviso, como había comenzado la andanada de golpes, finalizaba. Abruptamente Pettinato levantó la vista, desquiciada por cierto, mirándome fijamente. Se encontraba completamente salpicado de sangre. La imagen era surrealista. Los dos cuerpos con el cráneo destrozado, Pettinato con el garrote, disfrazado con la máscara del Hombre Pochoclo. Todo esto teñido de un espeso rojosangre.


Aún con el garrote en alto que mantenía tomado con ambas manos me dijo:
_No comprendes nada, ¿no Mateo?


¿Qué le podía responder? Hay momentos en que la respuesta es obvia e impostergable.
_¡La verdad que no, señor! –dije con mucho respeto-. No soy tan arrojado como para faltarle el respeto a alguien que es más peligroso, ostenta más poder que yo y tiene un garrote en la mano-.


_¡Esta esclava era una agente encubierta de la CIA!
_¡Qué hija de puta! ¡Y por eso me inculpaba! ¿¡Así que alguien mató al presidente!?
_No juegues conmigo Mateo. Sé perfectamente que eres el asesino del presidente y de su mujer.
_No sé que decir, señor.
_No digas nada. ¡¡Te felicito!! ¡¡Eres mejor de lo que esperábamos!!



5
¿Qué? ¿Qué estaba escuchando? ¡¡Qué vuelco inesperado!! ¿Pettinato me estaba felicitando por el asesinato de Kirchner y de su mujer?


_Gra-gra-cias. –atiné a decir balbuceando-.
_¿Pensabas que no sabíamos nada de ti? ¡¡Lo sé todo!! ¡¡Por algo manejo esta ciudad y pronto toda la Argentina!! –dijo, terminando con una carcajada macabra-.
_¿Sabe todo? ¿Qué sabe de mí, si me lo permite, señor? –pregunté, luego de esperar varios minutos a que culminara de reírse-.
_¡Que eres enviado por la CIA!


¡¡La gran puta!! ¡¡Qué manera de quedar regalado!! ¿¡Sabían todo sobre mí!?


_¿Yo de la CIA? ¡No, señor! –intenté refutar para salvar el pellejo-.
_ Eres increíble. ¡Tu instinto de supervivencia es maravilloso! No tienes por qué mentirme.


Conocía todo de mí. Entonces seguramente sería asesinado a la brevedad. Si estaban al tanto de todo, tendrían claro que la CIA los espiaba mediante el chip que insertaron en mi cabeza.


_¿Y qué van a hacer conmigo? Ya me usaron. ¿Me van a ejecutar? –debía saber mi destino. No quería más sorpresas-.
_De ninguna manera. Eres muy importante para nosotros. Si la CIA te envió, fue como parte de su plan para inestabilizar la región. Lo que ellos desconocían es que ese plan fue mejorado por nosotros mismos y ejecutado por nuestros contra-espías.
_Tienen contra-esp… –y mientras decía estas palabras, me vi golpeado por la electricidad de una sinapsis demoledora y reveladora-.


_¿¡¿Peter Kantropus?!?
_Así es, Mateo. Es uno de nuestros agentes encubiertos.
_¿Y cómo evitan que los descubran?
_Utilizan medicamentos que disminuyen el sangrado y agresividad. También se sirven de otros “trucos” para que los análisis de sangre resulten negativos.
_Entonces ¿conocen la existencia del chip en mi cabeza?
_Claro. Pero Peter es quien filtra esa información, tanto para la CIA como para nosotros. Sólo presenta lo necesario. Por ejemplo, ha informado el asesinato de los presidentes y también presentará en unas horas tu asesinato; ficticio por supuesto. De ahora en más, solo nosotros manejamos esa información. Para la CIA estarás muerto.



6
_No salgo de mi sorpresa. Pero hay cosas que no me cierran. ¿Para qué mandarme a mí para asesinar al presidente? ¿No lo podían asesinar ustedes mismos?
_Claro que sí. Lo teníamos planificado. Tanto Néstor como Eva no saldrían vivos de esta ciudad. Pero te nos adelantaste.
_¿Adelantarme? ¡Pero si yo decidí matar a Kirchner hace unas cuantas semanas! Por el chip deberían haberlo sabido.
_Claro que conocíamos tus planes. Créeme que no corrías riesgo al ejecutar tu tarea. Te dejamos el camino despejado.
_¿Entonces me conservaron vivo todo este tiempo sabiendo que era un agente encubierto para ejecutar los asesinatos?


_No te necesitábamos para asesinar a Kirchner. Eso solo fue una excusa para que te enviaran. Te precisamos por tus propiedades, ya que eres el único humano-mutante-puro.
_No comprendo…
_Es muy obvio. Te requerimos para que procrees la nueva raza que controlará el planeta. No podemos seguir sustentando nuestro estatus de nobleza y renovando la misma mediante el contagio de humanos esclavos. Además como habrás observado, los mutantes de segunda generación son impredecibles y estúpidos. ¡Necesitamos desarrollar una raza superior, que tenga lo mejor de las dos!
_¿Y qué les hace pensar que va a funcionar?
_Sabemos de la existencia de tu hija.


¡Pero me quiero matar! Todo este tiempo pensando que era un genio del sigilo, y conocían cada uno de mis movimientos. Claro. Por el chip conocían todo. Seguramente hasta me dejaban “regaladas” las esclavas para que las violara.


_¿Y qué me proponen? –subí la apuesta-
_Primero que nada, debo decirte que tenemos a Magdalena y a su madre con nosotros.
_¡¡Hijos de puta!!
_No le haremos daño. Tu hija es el primer eslabón de nuestra raza superior. Es atendida como si fuera una reina.
_¿¡¡Y qué quieren de mí?!!
_Llevaría años esperar a que tu hija tenga la edad suficiente para engendrar una nueva generación de esta raza. Necesitamos que te nos unas para fecundar a todas las mujeres esclavas que puedas.


¿Ser contratado para fornicar a diestra y siniestra? Mi segundo sueño, el de ganar dinero por garchar, podía cumplirse. Claro, no me filmarían ni me darían dinero, pero era casi-casi lo que había soñado. Capaz hasta podía armar un blog con pornografía filmada desde mi chip y ganar dinero con ello.


_¿Y no solo es inseminarlas, verdad? –pregunté, recordando que cualquier trabajo divertido si se torna rutinario, lo destruye el desgano-.
_Puedes hacer lo que quieras. Haz como una película porno si lo deseas. Disfruta de tu tarea, pero debes procrear.


¡¡Qué tentación!! ¿Ser el que propagaría toda una súper-raza mejorada a puro golpe de cadera? Muchos aceptarían sin chistar, pero por mi naturaleza pregunté por una alternativa.


_¿Y qué otra opción tengo?
_Podríamos no presentar tu muerte ante la CIA y reenviarte como contra-agente. Pero no creo que deseches la oferta de fornicar como desquiciado y además, imagino que la CIA te internará en un laboratorio para estudiarte. Nunca te dejarían libre ya que portas el gen mutante. Además no volverás a ver nunca más a tu hija.
Pero sé sincero Mateo. ¿Quieres volver a un lugar donde no eras nadie? ¡Aquí serías poco menos que un dios!


_Un momento. ¡Algo no me cierra! Dice que tenían todo planificado. ¿Entonces como casi me ejecutan?
_¡Bum, bum, maracas, muchacho! ¡Muy sencillo! Necesitábamos lograr que de alguna forma ingresaras a nuestro círculo, para mantenerte controlado. Ibas a ser capturado por cualquier acción que realizaras, por más nimia que esta fuera. Teníamos claro que en la ejecución intentarías algo y tu perdón estaba asegurado.
_ ¿Así que no importaba lo que hiciera?
_Ciertamente. Hubiéramos encontrado la forma de perdonarte y de que fueras el bufón.
_ ¿Y el ascenso a guardián de esclavos?
_Te lo merecías. De todas formas tarde o temprano te habríamos ascendido ya que necesitábamos que comenzaras a violar esclavas. Era imperioso saber si podía caber la posibilidad de que nacieran niños con el gen mutante puro.



7
Estos mutantes no eran tan tontos como parecían. La trama de conspiraciones es tan o más compleja que las del gobierno de Richard Nixon.


¿Qué hago?
¿Acepto lo que me ofrece o retorno a EEUU del Sur como contra-agente?